“Cuando miré hacia arriba, vi un enorme oso negro que iba por mí”, cuenta Tom Johnson, Geólogo Minero de Kettle River-Buckhorn.
Nuestra segunda “Mejor historia de minería” pertenece a Tom Johnson, Geólogo Minero de Kettle River-Buckhorn, quien ha trabajado en el sitio por más de 22 años y se jubila este mes.
Tom, ganador del Premio de Oro PVNV 2015 por Ciudadanía Corporativa Sobresaliente, es un pilar en la comunidad local y un apasionado por la geología y la minería. Aquí comparte una de sus mejores historias de minería con nosotros:
“A principios de la década del ochenta, yo trabajaba para dos hermanos que poseían una pequeña mina a tajo abierto y una plataforma de pilas de lixiviación en el noreste de Washington. Estaba extrayendo algunas muestras en un área de densos matorrales. Los hermanos eran propietarios de una granja de producción de cereal ubicada en la llanura y tenían un perro que a menudo me acompañaba a trabajar.
Ese día específico, me encontraba trabajando en medio de estos densos matorrales mientras el perro corría alrededor persiguiendo ardillas y conejos, tarea que interrumpía a ratos para venir a ver cómo me encontraba. Mientras estaba en cuclillas tomando notas en mi cuaderno de trabajo, escuché al perro jadear y meterse en la maleza.
De pronto, me di cuenta de que el perro estaba sentado a mi lado, ¡pero seguía sintiendo ruidos en la maleza y jadeos de una criatura que se dirigía hacia donde me encontraba! Cuando miré hacia arriba, ¡vi un enorme oso negro que iba en mi dirección! En menos de lo que canta un gallo, tomé mis cosas y escapé de allí.
Corrí en zigzag para tratar de perder al oso. Cuando me detuve a mirar, vi que el perro corría entre él y yo, lo que no me ayudaba en nada a despistar al oso.
Me puse a correr más rápido. ¿Qué podía hacer? Aproximadamente a media milla de distancia, había un conjunto de colmenas rodeadas por un cerco eléctrico para protegerlas de los osos y otros animalitos.
Me dirigí hacia allí. ¡Prefería escalar la cerca y electrocutarme que caer en las garras de ese oso!
Sin embargo, tuve suerte; antes de llegar a las colmenas, el oso se cansó y renunció a la persecución. Yo me detuve a descansar. No fue necesario escalar el cerco y electrocutarme, pero tampoco caí en las garras del oso.
Después de eso, me acostumbré a tomar un camino distinto para ir al campo”.
Te damos las gracias, Tom, por compartir tu historia. Envíe sus historias de minería memorables a KinrossWorld@Kinross.com.
Tom Johnson at Kettle River-Buckhorn