¿Cuál fue la experiencia más memorable de su participación en el programa de la Generación Dorada?
Es difícil elegir sólo una experiencia. Después de cuatro años, uno aprende un millar de cosas y conoce a mucha gente interesante en ese recorrido.
Pero si tuviera que elegir la experiencia más inolvidable, sería el trabajar con el equipo de proyecto que supervisó la construcción del 4o molino de bola en Paracatú, en el 2012. Trabajé con un grupo de personas maravillosas y de orígenes muy variados. Cada integrante del equipo venía de un lugar y hablaba un idioma distinto, pero pudimos trabajar como grupo y alcanzar la meta de poner en marcha el molino, cosa que fue un gran hito para el sitio minero.
Considero muy valioso el tiempo que pasé con ese equipo, porque me permitió aprender mucho sobre mí misma. Aunque me encontraba en un ambiente de trabajo desconocido, con gente que casi no conocía, todos trabajamos juntos para llevar a término esa gran tarea. Esos extraños llegaron a ser mis amigos y mentores, y aprendí que puedo ser adaptable y puedo contribuir con un proyecto de gran tamaño.
El equipo del proyecto mira cómo el 4o molino de bola gira por primera vez en Paracatú, en el 2012.